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miércoles, 3 de junio de 2015

Cómo me volví cornudo

Esta es mi historia. Aunque parezca mentira todo comenzó como jugando, simplemente una cosa llevó a la otra y así, sin más, allí estábamos mi esposa y yo en la habitación de un hotel esperando al primer macho con el que cogería. Todo comenzó seis mese atrás y, como decía, empezó como un juego. Era un sábado y pasé por el minimarket a hacer unas pequeñas compras. La señora que atendía, que nos conocía a mi esposa y a mí me dijo: Hace tiempo que no veo a Charito -así se llama mi mujer-. No ha venido en toda la semana.


Me pareció raro, pero no le tomé ninguna importancia. Al llegar a casa se lo comenté a mi esposa y ella me dijo que sí había ido, solo que quien estaba en ese momento era la hija de la señora.


Por la noche, luego de cenar y de acostar a nuestros hijos, mi mujer y yo estábamos viendo la tele, comenzamos a besarnos, acariciarnos y cinco minutos después la tenía en calzoncito, con mis manos tocando sus tetas y mi boca olisqueando su conchita tibia.
Tras calentarnos un rato, cuando comencé a penetrarla le dije: Ahora dime la verdad, a dónde te has ido toda la semana… por qué no te vieron en el minimarket.


De inmediato noté que ella abrió los ojos juguetones y solo dijo: !Ummmmm…! Pero vi en su rostro que encontró divertidos mis “celos”. Yo solo lo hice para juguetear. Luego le dije: sabes qué me dijo la vecina?. Me llevó a un costado y me dijo: aquí todo el mundo ya sabe… que la Charito se va todas las mañana a putear a un hotel.

Mi esposa cerró los ojos y vi que comenzó a excitarse aún más.

Y yo proseguí: me ha dicho que te has vuelto una viciosa del sexo y te has conseguido un amante, que te han visto que te vas a cachar a un hotel. Que entras en la mañana y no sales hasta el mediodía.

Mi mujercita comenzó a moverse más rápido, su respiración se aceleró y gemía de gusto. No negaré que yo también comencé a calentarme.


Dime la verdad, le dije. Con quién te estás yendo a follar todas las mañanas. Con quién te revuelcas?

Entonces ella comenzó a decir, de forma entrecortada por la excitación, cosas que me calentaron: Sí… sí. Es verdad, me voy a putear. Me cachan toda la mañana y me encanta. Soy bien puta.

Y siguió: tiene 20 años (mi esposa y yo tenemos 40) y la tiene gruesota.

¿Ah, si? y qué mas - le dije yo.

-Tiene una pinga duraza, grande y gruesota… me gusta que me clave. Que me cache por todas partes.

¿Cómo que por todas partes?

-Es que después de cacharme por la concha… me da la vuelta y me mete la pinga por atrás.

Mi esposa estaba super excitada. Sentí cómo se contraía y cómo me presionaba con la conchita, movía las caderas de arriba abajo. Sus tetas se veían más grandes por su respiración agitada. Sus ojos cerrados me decían que se lo imaginaba mientras hablaba.

¿Y te deja satisfecha? ¿Porque tu eres muy golosa? -le dije.

-Sí…. me deja bien servida. Me cumple muy bien. Es tan rico… me cacha y me recacha.

¿Y cómo lo conociste?

-En la calle. Yo estaba yendo al mini y se acercó y me dijo: mami te llevo. Y me subí a su carro. Qué me vas a hacer le dije, seguro me quieres cachar, no?.

-Y qué te dijo?

-Si quieres cachar... cachamos. Y luego vi su bultazo, no podía dejar de mirarlo porque era enorme y me preguntó si quería agarrarlo.

-Y qué hiciste?

-Le dije que solo quería mirar. Él se bajó la bragueta y vi su pinga enorme y duraza. Tiesa. Negra.

-Cómo… ¿es negro tu amante?

-Sí… es un negrazo. La tiene grandota y duraza. Y me clava su pinga…. ah… ahhh… qué rico… muévete así… más fuerte… cáchame como mi negro… ahhhh… ahhhh…


Y mi esposa tuvo un súper orgasmo.

Esa noche ni ella ni yo sabiamos que habiamos entrado a una vorágine de juegos, fantasías y mucho sexo en la que ella y sus “amantes” -imaginarios al principio, real después- eran los protagonistas.


Luego les sigo contando...